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Foto del escritorLa cocina de Bárbara

El pollo con hierbas y lima de Natalia Vázquez-Figueroa

Me apetecía la receta de alguien que sepa mucho de cocina, pero sea autodidacta. Natalia, amiga de una amiga, era la persona perfecta para esto. Hablamos y casi automáticamente me la quería pedir de amiga también. Es una apasionada de la cocina desde que era pequeña, y ha tenido la suerte de estar cerca de grandes maestros de la cocina, como Sergi Arola, de quienes ha aprendido técnicas de cocina y recetas maravillosas.

Su receta para mi cocina: pollo con hierbas y lima. El aliño me sugiere aire fresco con la intensidad del cítrico, pero sobre todo me encanta la idea de probar con la máquina de vacío. Tenemos la del taller de Jorge, que utiliza para hacer piezas de fibra de carbono... pero casi mejor me haré con una de cocina. Por lo que he visto, hoy en día encontramos este aparato en cualquier centro comercial o hipermercado desde 20€. Las hay más simples o complejas pero, como dice Natalia, en este caso todas hacen lo mismo.



La receta


Pollo con hierbas y lima

La receta que te envío es especial porque por fin tengo una envasadora al vacío. Así que estoy jugando con ella y este ha sido el resultado de la primera prueba.

Ingredientes: 1 Kg de muslos de pollo 1 kg de traseros de pollo Sal 8 dientes de ajo grandes Pimienta en grano Tomillo Orégano Romero Comino Albahaca 1 lima 1 limón Vino blanco Aceite de oliva 4 patatas. Lo ideal es aliñar el pollo el día anterior. Si no disponemos de máquina de vacío pues lo meteremos en bolsitas con cierre Zip para congelar (no pasa nada). El caso es dejarlo macerar. Cortamos los dientes en cuatro partes y los metemos en un mortero donde los iremos machacando con un poco de sal para que no salten. Añadimos en el mortero el romero, el tomillo, el comino, el orégano, la albahaca y 4 bolitas de pimienta (yo puse negra, blanca, rosa y verde). De las hierbas, una cucharadita colmada de cada. Haced esto en dos veces, primero 4 ajos y todos los ingredientes y luego los otros cuatro ajos y todos los ingredientes.

A continuación el zumo de medio limón y una lima. También un poco de cáscara de ambos; sin lo blanco, para no amargar, sólo queremos que aporten aroma. A esto le sumamos un chorro de vino blanco.

Mezclamos todo bien.

Colocamos los traseros de pollo en una bolsa y los muslos en otra, salpimentándolos. Una vez en la bolsa vertemos la mezcla de las hierbas, con el vino, limón, etc. Los que tengáis máquina de vacío proceded a envasar. Los que no, pues en las bolsas Zip.


Ahora a la nevera para mañana.

Una vez macerado nuestro pollo, podemos tenerlo así hasta 48 hora. Si queréis, incluso congelarlo.

Lavamos las 4 patatas grandes muy bien, ya que no las pelaremos. Y precalentamos el horno a 250 grados.

Una vez lavadas las patatas las cortaremos en rodajas. Yo lo he hecho con mandolina en tamaño medio, pero podéis hacerlo con cuchillo perfectamente.

Untamos la bandeja del horno de aceite de oliva con la ayuda de un pincel, ya que queremos usar lo justo para que las patatas no se peguen. Cubrimos la base con las patatas, les agregamos sal, orégano, albahaca y un poquito de aceite (yo lo hago con biberón, para evitar excesos). Completamos la segunda capa de patatas. Ahora repetimos el paso anterior. Sal, orégano y albahaca pero aceite no.


Colocamos los muslos y los traseros de pollo y rociamos todo con la mezcla que nos queda en las bolsas. Metemos en el horno 1 hora y 15 minutos a 180 grados. Y eso es lo que tardaréis en tener un pollo delicioso con una guarnición exquisita.



Sobre Natalia Vázquez-Figueroa Natalia Vázquez-Figueroa Maldonado, apellido largo e intenso como ella. Sobrina del escritor Alberto Vázquez-Figueroa e hija de un creativo publicitario que le enseñó que la imaginación es infinita, Natalia es un torbellino de ideas en la cocina, una de sus pasiones. La otra es volar, así que se hizo auxiliar de vuelo, que fue su elección a los 3 años.

Afronta la vida con alegría, le gusta disfrutar de todo, es tremendamente positiva, sociable y muy familiar. Probablemente hay aquí algo de herencia de su madre, un ama de casa alocada, caótica, alegre y extremadamente extrovertida. Su padre le enseñó que la vida no tiene límites más que los que te marcas tú, y Natalia lo tiene claro.


Ella es toda energía y se siente afortunada como nadie porque comparte su vida con su gran amor y sus niñas, y por poder dedicarse a sus dos pasiones, volar y cocinar, que siempre van unidas. Cuando viaja le encanta probar cosas nuevas y empaparse de la cultura gastronómica del lugar en cuestión, y cuando cocina le gusta que vuele su imaginación allá donde el avión no la puede llevar.

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