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  • Foto del escritorLa cocina de Bárbara

Rosquillas de la hebrea Mesodi

Un receta de toda la vida. Perdí la receta de mi madre, que a su vez era de mi abuela, y de la que con cierta frecuencia degustábamos el resultado. Ahora ha caído ésta en mis manos, y una vez hechas y probadas, puedo asegurar que la receta de las de casa era la misma. Ha sido un viaje en el tiempo como el de la magdalena de Proust. Tengo que compartirlo con mi hermano.


La clave es que son esponjosas. Quedan jugosas por dentro y recias al mismo tiempo, como debe ser si eres una rosquilla. La receta es de Angelines, nacida en Ceuta, con una tradición culinaria muy interesante. Su abuelo era pescador allí, y cuentan que en una ocasión, pescando atún en la almadraba, entró un tiburón en las redes despedazando los peces. Entonces aquel señor, armado sólo con un cuchillo y gritando "¡Por el pan de mis hijos!", se tiró al agua así tal cual, a cuerpo gentil, cuchillo en mano, se echó a la cara al escualo, y lo mató. A partir de ahí, un bienmesabe generosamente macerado y aliñado.

Sirva la anécdota para hacerse una idea del ambiente culinario en el que se crió Angelines, que aprendió en la cocina de su madre con la influencia del aire cosmopolita que reinaba en la ciudad en aquellos años. Tengo que investigar el detalle de la receta y el origen del repertorio de nuestra confidente, que adaptaba su cocina a los productos que caían en sus manos con resultados en ocasiones excepcionales.


En cuanto a las rosquillas, esta en particular es una receta antigua muy recomendable, que confía la concreción de los detalles a la intuición y experiencia del cocinero.


Ingredientes (por orden de uso)


  • 2 huevos

  • Resto de ingredientes en la misma medida, más o menos. A saber:

  • Azúcar, casi el doble

  • Aceite de girasol

  • Leche, casi la misma cantidad

  • Ralladura de piel de limón o anís, pero yo no tenía

  • Agua de azahar, una cucharadita ya que no tenía anís

  • Dos papeletas de armisén, una blanca y otra amarilla, o 1/2 cucharada de bicarbonato, o dos sobrecitos de levadura El Tigre que es lo que he utilizado

  • Harina, la que admita. Yo creo que le he puesto unas 10 cucharadas, o más, pero para evitar confusiones, mejor simplemente la que admita.



El resultado tiene que ser una masa que no se pegue a los dedos pero que esté elástica. La mezcla inicial la preparo en la amasadora, y en el momento en el que los ingredientes se han integrado bien, la retiro con las manos para un amasado firme y delicado. Con cariño y un poco de harina. Entonces el acierto es seguro.

Formo una barra ancha, calculando que de cada rebanada de masa resultante de los cortes debería salir una rosquilla. Las tiras de masa se terminan de redondear con las manos hasta el grosor deseado para luego cerrarlos en forma de rosquilla juntando los extremos. Es importante tener en cuenta que al freírlas, por cierto en aceite de girasol muy caliente y abundante si es posible, aumentan algo su grosor, así que el agujero del centro mejor que quede generoso para no perder el aspecto de rosquilla.

Están buenísimas y aguantan una semana tranquilamente sin ponerse duras. Si se guardan en la nevera, mejor que mejor.





El vídeo de la masa:


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