Más que ligera. El único problema es ser capaz de quedarse en una ración, porque fácilmente dos personas se liquidan la tarta completa de un solo viaje. La idea era preparar un postre poco dulce y apto incluso para diabéticos. Así que me puse a investigar y a probar... y gracias al azúcar de abedul, creo que he dado con una receta imprescindible.
En la imagen no se aprecia el sabor, desgraciadamente, pero igual sí que se intuye. Esta tarta ligera de queso y yogurt es muy láctea porque utilizo yogur casero y en esta última que hice también mató del mercadillo, que es delicioso. Pero funciona con otros quesos frescos, seguro. Aparte de eso, una cantidad discreta de azúcar de abedul, que parece que tiene muchas propiedades beneficiosas para la salud, algo de harina, muy poca, y huevos.
Ingredientes:
200 gr de yogur
200 gr de mató
4 huevos XL
85 gr azúcar de abedul (xilitol)
3 cucharadas de harina de repostería
Aceite de girasol (1 cucharada)
Elaboración:
Como decía, se prepara muy rápido.
Por un lado bato bien las yemas de los cuatro huevos, y cuando están espumosas, les añado el yogur casero y el mató. Mezclo bien para dejar un preparado homogéneo. Le añado la mitad del azúcar, continúo batiendo, y al final el aceite.
Aparte tengo las claras de huevo que hay que montar (si es con máquina, se hace en un momento). Para ir rápido les añado ahí la otra mitad del azúcar de abedul, que sí es importante que sea natural, de verdad 100% extraído de la corteza de estos árboles. No es difícil encontrarlo.
Mientras pongo el horno a precalentar a 200º C, y pongo un poco de agua en la bandeja para hacerlo al baño maría y que el horneado se haga con vapor. Preparo un molde redondo con papel de horno, porque la mezcla queda muy líquida, así que a no ser que se utilice un molde de silicona, mejor con papel. Para esta receta es perfecto utilizar un molde de aluminio desmontable, porque cuando la tarta se ha atemperado, es fácil rescatarla del envoltorio sin romperla.
El último paso de esta receta rápida es mezclar las claras montadas (en casa siempre le hemos llamado monte nevado) con la mezcla reservada de lácteos y huevo. Esta mezcla hay que hacerla con espátula y mucho cuidado, para no desmontar la clara y estropear el invento. Tiene que quedar muy esponjosa, como cuando mezclamos las claras montadas en la receta del tiramisú.
Si el horno está caliente, colocamos el molde con la mezcla y a esperar unos 40 minutos, como siempre dependiendo del horno. Sube bastante, aunque luego al apagarlo y dejarlo reposar, baja la parte central y queda este aspecto que me parece maravilloso de los bordes más elevados: una verdadera y apetecible tarta de queso.
A partir de que deje de quemar, en realidad ya se puede comer, pero a mí personalmente me gusta más aún si ha tenido un rato de frigo. Como acompañamiento, si es que le queremos añadir un toque de color y sabor, preparo un coulis de arándanos, que se hace también a toda velocidad. Pongo los arándanos cortados a la mitad en un cazo, le pongo un par de cucharadas de azúcar de abedul (insisto en la idea de que el objetivo era ligereza máxima, un postre saludable, y apto para diabéticos), y una lima exprimida. Con la pectina enseguida adquiere la viscosidad propia de un coulis, que termina de rematar el proceso en cuanto se enfría.
Listo para comer y perfecto también para estas fechas. No son torrijas ni buñuelos, que igual me pongo y los hago, pero no tiene nada que envidiar y es una opción dulce muy ligera y cómoda de preparar.
¡Que aproveche!
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