La idea es aprovechar el excedente de un plato generoso, por ejemplo de fin de semana, cuando éste no es suficiente ni siquiera para un par de raciones completas, y reinventarlo con una nueva receta. Los crujientes de fideuá nacen exactamente así, y el resultado es vistoso, además de riquísimo.
La fideuá es una magnífica propuesta de plato: completa, sabrosa, con buenas opciones para elaborarla además en versión rápida y fácil, y con atajos que no comprometen el resultado, como la Fideuá de Munota. Y me pasa a menudo que, ya que me pongo y llevada por los aromas de la cocina esta de mar, me animo y me pongo generosa en las cantidades, así que mi cálculo termina siendo excesivo para los cuatro, e insuficiente para solucionar dos sentadas a comer.
Con la última que preparé me pasó exactamente eso, así que decidí que cambiando el formato podía preparar una cena rica y sorprendente. Es una elaboración entretenida, por lo manual de preparar porciones unitarias, como cuando preparo empanadillas o croquetas. Por lo demás no tiene dificultad, una vez que la fideuá está hecha. El truco es encontrar el acompañamiento perfecto, que sin duda pasa por la mayonesa o el all i oli, y en mi propuesta por algo de verde, tipo brotes o canónigos, que compensan muy bien la grasa de la mantequilla que normalmente es imprescindible aplicar a la hoja de brick.
Ingredientes:
Fideuá (ese sobrante del domingo, con todos los tropezones que lleve)
Hoja de pasta brick
Mantequilla fundida para pintar la pasta
Mayonesa, por ejemplo (aceite de oliva, sal, limón, huevo)
Ensalada verde de acompañamiento (canónigos o brotes verdes variados)
Elaboración:
El punto de partida para esta receta es tener ese sobrante de fideúa que parece que ni pa ti ni pa mi. Y un poco de paciencia y de ganas de cortar pegar.
Primero se trata de trocear los tropezones de la fideuá, gambas, calamares o lo que lleve, para que la mezcla con los fideos quede bien repartida y más uniforme. De hecho se me ocurrió triturarlo para hacer una masa de fideuá, que seguro que es una buena opción más al estilo croqueta, pero me gusta que se note la esencia de este plato con sus fideos todavía intactos.
Extendemos la hoja de Brick y con un pincel la pintamos con mantequilla fundida, lo suficiente para que quede flexible y manejable. También podemos evitar este primer paso, porque este relleno ya va bien surtido de grasa, y utilizar la mantequilla en la cobertura final. Se corta en cuadrados más o menos generosos en los que iremos introduciendo la fideuá, para luego empaquetarla en pequeños cuadrados o por ejemplo, en forma de triángulo.
Una vez cerrados los coloco en la bandeja del horno, los pinto con mantequilla (también vale con clara de huevo, si viéramos que el relleno tiene ya grasa suficiente) y al horno precalentado a 220ºC. El tiempo de cocción con unos 5 minutos es más que suficiente, aunque se puede hacer muy a ojo, que enseguida se ve cómo alcanzan ese dorado que anuncia un crujiente perfecto.
Para acompañar, os sugiero una mayonesa tradicional, o incluso una emulsión de aguacate, y por supuesto un buen all i oli, que combina fantástico con la fideuá.
Y listo para comer. ¡Que aproveche!
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