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  • Foto del escritorLa cocina de Bárbara

Un plato verde

Me gusta lo verde que queda el plato. No tenía tallarines de espinaca (que son mis preferidos), así que utilicé tallarines normales al huevo. Si no, el plato sería todo verde. Verde el brécol, verdes los tallarines y verde el pesto. Una apuesta por los hidratos y las vitaminas.


Más que una receta es una idea para combinar pasta y verdura, obviando la proteína que normalmente es tan protagonista en nuestra dieta. Sabroso, ligero y saciante a la vez, me gusta prepararlo como cena más que como comida, y me resulta de lo más atractivo. Si además se da el caso de que alguno de los convocados a la mesa no fuera muy partidario de la verdura, algo que en ocasiones sucede en edades tempranas, esta fórmula funciona muy bien para añadirle un aliciente al asunto que ayuda a evitar dramas, negaciones y malas caras.



Los ingredientes:


Brécol

Tallarines de espinacas

Pesto (mejor si es casero, pero se encuentran preparados que están riquísimos)

Queso rallado (yo me quedo con el Parmesano)

Sal (para el agua de hervir la pasta)

Aceite para el aliño en plato (¡nunca para el agua de la pasta!)

Hervir la pasta

Ni hace falta aceite en el agua para hervir la pasta, ni es necesariamente mejor la pasta fresca.

De lo primero, que me consta que es una costumbre muy extendida, en una ocasión un cocinero italiano de cuyo nombre no puedo acordarme, me dijo que vaya locura desperdiciar una gota de ese oro que es el aceite para tirarlo al agua con no se sabe muy bien qué finalidad. Lo inútil del trámite, que por lo que intuyo y hasta donde sé, se hace con el ánimo de evitar que la pasta se pegue, queda en evidencia cuando pruebas a hervir la pasta sin aceite. Te garantizo que no hay diferencia alguna. Ni la pasta se pega ni queda menos sabrosa. La pasta se pega si nos despistamos, si tiene poca agua (dicho cocinero por cierto insistía mucho en la abundancia de agua para hervir la pasta), pero no es el aceite el encargado de evitar tamaño desastre. Así que el aceite mejor lo reservamos para saborearlo sobre la verdura y la pasta, en todo caso.

De lo segundo, más que hablar de mejor o peor, se trata de acertar con el uso. Son dos versiones de pasta, y cada una de ellas es más o menos adecuada según el plato que vayamos a preparar. Para este caso, me pareció que la pasta seca era perfecta, para asegurar ese "al dente" en armonía con el del brécol.

Bambú al vapor

Con verduras dentro, claro. Más conocida como vaporera de bambú, a mí me parece un inventazo. Ligera, duradera (la mía la tengo hace mil años), la limpieza es sencilla (agua templada después de cada uso y que seque bien), y además se encuentra fácil y comprarla supone sólo un pequeño desembolso. Es una opción fantástica para tratar la verdura con cariño, que no pierda sus vitaminas y resto de propiedades, y que consigamos un plato ligero y sabroso. De hecho las verduras conservan todo el sabor y las podemos dejar poco hechas, al dente vaya, como la pasta.



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