Un chef apasionado y de talento, un buen colega, un hijo, una ex-mujer que resulta ser una tipa estupenda, un reputado crítico gastronómico, Twitter con lo bueno y lo malo de las redes sociales, y un food truck destartalado primero y restaurado no sin esfuerzo después. Con estos ingredientes, un guión fantástico y mucho amor por la cocina, la película "Chef" me parece de lo más recomendable, una buena ración de buen rollo, te guste o no la cocina.
Sobra decir que la cocina me apasiona, así que sí a una historia bien contada con actores de verdad le añadimos una trama entre fogones, de restaurante o de food truck, me convierto en incondicional al instante. Descubrí la peli en Rakuten recientemente, pero parece que es de 2014. Por alguna razón no tenía constancia de su existencia, y ahora de forma casual me he llevado la alegría de descubrirla.
Me encanta la relación padre hijo sin ñoñerías ni diminutivos. El encuentro racional y emocional en la frontera inevitable entre adulto y niño.
Me encanta que eso de "bueno, no importa que esté un pelo quemado, si lo damos gratis" no tenga cabida. Porque claro que nada da igual, ni en cocina ni en ninguna otra cosa. La importancia de la excelencia en el resultado y el talento de saber hacer algo tan bien, triunfan sobre la mediocridad o las prisas.
Me encanta el papel de Twitter, o mejor, las posiciones de padre e hijo ante las redes sociales.
Me encanta la amistad, la lealtad, el trabajo, el amor, todo así, al natural, bien contado sin pararse mucho a explicarlo. Sin hacerse empalagoso, que en cocina tampoco va bien.
Y por supuesto, me encantan todas las escenas de cocina, de comida, de qué rico, de placer absoluto en el paladar. De satisfacción.
No me podía resistir a incluirla entre mis textos de cocina. Más que para hacer una crítica, que no es mi papel, para recomendarla y compartirla. Igual que no me he podido resistir a probar la receta de los empingaos, unos bocatas cubanos con una pinta buenísima que son el plato estrella del food truck de El jefe, y la razón final que me trae hasta aquí con esta entrada.
Así que con toda la energía pero no todos los ingredientes, me he puesto manos a la obra en una versión de estos cubanitos, que seguro que no la mejora pero que ha dado un resultado excelente.
Descubrir los secretos del marinado es la parte más complicada, aunque tomé nota de todo lo que se dice o medio dice y creo que más o menos lo tengo. Por supuesto, una búsqueda rápida en internet y no es difícil encontrar diferentes versiones de la receta, para concluir en el auténtico cubanito con la carne marinada como toca. De todas formas, o precisamente por eso, porque ya tenemos recetas varias a poco que naveguemos por la red, he optado por versionar este bocadillo, condicionada en parte por los ingredientes que tengo en casa. Por supuesto los imprescindibles, como la mantequilla untada sobre el pan para el tueste final, no me lo salto.
El resto de la receta se ve con bastante detalle en la peli, así que en esta parte es más fácil acertar. El ingrediente mimo y cuidado queda cristalino, y con eso ya estaría la receta de este bocadillo de sabor complejo y exquisito.
Ingredientes del Empingao:
Pan (no se especifica, así que yo utilicé un pan de cristal)
Carne de cerdo
Pepinillo
Queso Gouda (yo utilicé queso curado de oveja)
Mostaza (tampoco dice de qué tipo, así que yo utilicé la de @Maille a la miel)
Mantequilla
Para el marinado de la carne:
Naranjas
Cebolla
Ajo
Cilantro (bastante)
Chiles (utilicé guindilla fresca)
Pimienta en grano machacada (utilicé un variado de esos de barbacoa)
Limón
Vinagre de arroz (no tenía, así que puse de manzana, en poca cantidad)
Hierbas variadas (utilicé menta y una mezcla de provenzales)
Sal
La preparación:
Lo primero que hice fue preparar el marinado. Había comprado cuatro filetes gruesos de secreto de cerdo, así que los puse en un recipiente y fui añadiendo todos los ingredientes del marinado, primero los sólidos y luego los líquidos, pero sin un orden muy concreto. Fácil y rápido, tapé el recipiente y a la nevera 24 horas, más o menos.
Pasado el plazo de tiempo adecuado, el siguiente paso son 40 minutos de horno. Como son filetes, para asegurar que no se secan, los envolví en papel de aluminio con el resto del marinado que se queda pegado, y al horno en estilo papillote.
La carne tiene que quedar un pelín rosada por el centro. Cuando se ha enfriado un poco, la cortamos en tiras, que era lo más viable, y además me apetecía que la carne quedara fina y un tanto desordenada dentro del bocadillo.
Esas tiras hay que pasarlas por la plancha, para dorarlas un poco. Mientras tanto, los panes del bocadillo, un poco tostados por la cara interior, tienen que untarse bien de mostaza, "de punta a punta" del pan. Entonces es el momento de añadir los ingredientes al cubanito: las tiras de carne bien calentitas, unas cuantas lonchas de queso por encima, y las lonchas de pepinillo.
Entonces se cierra el bocadillo, y se unta por la cara exterior de mantequilla. De ahí a la plancha por la cara untada, y como no tengo una plancha con tapa, pues una tapa de aluminio para hacer presión sobre el bocadillo y aplastarlo contra la plancha. A fuego medio, importante que se dore pero que no se queme, y que al queso le dé tiempo a derretirse. Cuando está listo, untamos la otra cara exterior antes de darle la vuelta, y repetimos la operación.
El resultado es espectacular.
¡Qué aproveche!
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