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  • Foto del escritorLa cocina de Bárbara

Comer o no comer

Este de Patricia Martín Rivas que os traigo hoy es un relato que habla de comida. Esa que caduca y se transfiere con riesgo y aventura, sólo porque siempre hay alguien que no tiene nada. Habla de pequeños grandes gestos, los que cambian el mundo, una gota de agua en el desierto. Comer o no comer, ese es el asunto. Espero que os guste tanto como a mí.


Geografía

por Patricia Martín Rivas

Tartaletas de fresa y nata, bizcocho de plátano, tiramisú artesanal, pastel de chocolate, tarta de zanahoria, magdalenas con glaseado de unicornio, corona de bizcocho de limón, dulces rellenos de cabello de ángel, rollos de canela y pan, pan y más pan. Todo caducado, pero algo es algo.


Así empieza el relato de esta escritora y traductora madrileña, que remueve la conciencia social y trata de vencer la indiferencia que tan a menudo proyectan nuestros ombligos.

Patricia se define como una viajera empedernida. Desde París o Berlín hasta Lima o Palo Alto, donde reside actualmente con su marido, tiene por lo menos 50 países en su mochila y muchas historias reales por contar.

Esta en concreto, Geografía, empieza y termina hablando de comida, hilo conductor de la historia. Lo vi claro. Cuando terminé de leerla, lo primero que se me ocurrió fue localizarla y hablar con ella. De su narración y de todo un poco. Y así lo hice.


¿Por qué Geografía?

Porque cuando empezó esta pandemia y había avalancha de noticias, gran incertidumbre y mucho miedo, decidí escribir cuentos sobre la situación real de la gente. En unos abordo los “problemas del primer mundo” en tono jocoso, como en “Autarquía”, en el que la protagonista no puede quitarse unas uñas de gel por estar los negocios cerrados.

En “Geografía” el drama es de otra índole. Conocí a Jeff a través de una amiga, y me pareció imprescindible escribir esta historia. Narra una realidad durísima protagonizada por un héroe anónimo que nos recuerda el verdadero sentido de la palabra necesitar.

Y nos recuerda también eso de relativizar los problemas ¿no?

Desde luego. Las personas que viven en lugares como Juárez (paupérrimas, sin agua corriente, con un sueldo de poco más de un dólar la hora) son las más castigadas por todo lo que está ocurriendo. Este es un extremo, y luego hay un amplio abanico de realidades afectadas en mayor o menor grado. Y luego las nuestras, en las que las necesidades básicas están más que cubiertas.

Con todo ello, quiero que mi colección de cuentos refleje todo tipo de situaciones y verdades y crear un mosaico de historias.


¡Un mosaico de contrastes! ¿Crees que todos podemos hacer algo?

Creo que esta situación ha despertado mucha conciencia social en casi todo el mundo y se está ayudando más que antes, especialmente a nivel local. Por ejemplo, donando comida a bancos de alimentos o comprando productos locales y en pequeños comercios.

El otro día escuchaba a José Andrés, el chef de la pandemia, que con su ONG World Central Kitchen están dando comida a miles de personas en todo el mundo cada día. ¿Es el tipo de historia sobre la qué harías un cuento?

Sería una historia maravillosa que escribir. Y creo que escribir cuentos así, como el de Jeff o el hipotético de José Andrés, alimenta de alguna forma la conciencia social y también es una manera de contribuir.

¿Tienes planes de escribir más sobre historias reales en tiempos de pandemia?

Sí, y de hecho estoy en ello. Decidí llamar a esta colección de cuentos en la estoy trabajando ”El amor en los tiempos del coronavirus” en homenaje a García Márquez, uno de los escritores más importantes de mi vida. Me gustaría que se convirtiera en un libro con historias de la pandemia (que, por cierto, etimológicamente significa «todo el pueblo»). El nexo de los títulos de los cuentos es que cada uno está compuesto por una palabra en español de origen griego, no solo por ser una lengua con palabras poderosísimas y llenas de significado, sino en una especie de guiño a la tragedia griega.

¿Te gusta la cocina?

¡Me encanta la cocina! Mi pareja Adam y yo cocinamos juntos a menudo. Nuestros platos estrella son el bibimbap (de Corea), la pasta con sardinas (de Sicilia), la tarta de zanahoria (de Estados Unidos) y, por supuesto, la tortilla de patata, un plato que hemos cocinado para nuestros anfitriones en todo el mundo.

¡Suena muy apetitoso! Si te animas, estás invitada a compartir alguna de estas especialidades aquí, en “Las recetas de…”

Claro que sí, cuenta con ello. Últimamente, además, estoy ampliando mi recetario. No solo tengo más tiempo que antes con esto de la pandemia, sino que Adam y yo estamos viviendo desde marzo en la casa de su familia, en Palo Alto, y hacemos muchas cosas juntos, ¡especialmente cocinar! Nos encanta juntar nuestras culturas y celebrar fiestas (por ejemplo, durante estos meses hemos cocinado para el séder judío y por el festivo madrileño de San Isidro), y hacer comidas temáticas (la última comilona fue de tapas). Y aprovechamos todo siempre, porque no nos gusta nada tirar comida.

Veo muchas influencias internacionales en tu cocina. ¿Cuál sería tu experiencia culinaria más memorable en ese deambular por el mundo?

Disfruto muchísimo con la comida siempre, y viajar me da la oportunidad de probar los diferentes platos de cada lugar y descubrir sabores nuevos. Si tengo que elegir una, me quedo con el sushi que probamos mi hermana Mónica y yo en el famoso mercado de pescado de Tsukiji, en Tokio: el pescado se deshacía en la boca, los sabores eran intensísimos e indescriptibles… Fue una de esas experiencias orgásmicas con la comida, si me permites usar este término.

¿Y la más complicada?

Donde más dificultades he encontrado para adaptarme a la cultura gastronómica es, sin duda, en Filipinas y Cuba (curiosamente, las dos últimas colonias españolas de ultramar). En ambos países cocinan platos extremadamente simples e insulsos y, además, la carne (especialmente de pollo) está muy presente. Tienen buenas frutas, pero comer, más que un placer, es una cuestión de supervivencia.

Planes de futuro ¿En qué estás trabajando?

Además de “El amor en los tiempos del coronavirus” estoy con una novela histórica en paréntesis, terminando un ensayo sobre el artista On Kawara, que mi editora lleva meses esperando (ya queda poco, Christel) y en la recta final de una novela epistolar muy internacional, que estoy escribiendo con una amiga, la escritora y fotógrafa argentina Julieta Mateos.

Pues mientras tú nos sigues alimentando con historias, reales y de ficción, nosotros te esperamos aquí, con alguna de esas recetas prometidas.

Claro, cuenta con esa receta!!!

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