La cocina de Bárbara
2 de may de 20202 min.
Actualizado: 15 de ago de 2023
Por Jorge Silva
Hay muchas formas de preparar las alcachofas. Casi infinitas. Una de nuestras preferidas es al horno, la alcachofa entera, sin desaprovechar una sola hoja y sin más aderezo que sal y aceite (Alcachofas hasta la última hoja). Esta preparación sencilla, que sin duda es la más sostenible, requiere a su vez una técnica muy específica para comerse el resultado.
Dado que no se ha desaprovechado nada, excepto el tallo (*), y dado también que no estamos dispuestos a tirar nada, NADA, sin antes sacarle todos sus nutrientes, es preciso encontrar una manera eficaz de comerse esas hojas externas de la alcachofa que tan poco aprecio tienen por ahí. Y la técnica de comerse las hojas más difíciles tiene su miga. Las mandíbulas desalineadas impiden rebañar las hojas una a una, sirviéndose de los dientes, para dejar completamente limpia la parte dura incomestible. Si la edad o la ortodoncia nos han puesto en esta encrucijada, podemos ir tomando cada hoja, desde las más pequeñas y duras hasta las que ya pueden comerse enteras, y separar la parte comestible sirviéndonos de un cuchillo.
El procedimiento consiste en sujetar la hoja por la punta, la parte exterior, que es más dura y firme que la base. Con la parte comestible hacia arriba, claro está. Y mejor si el cuchillo es de punta redonda, porque así no corremos el peligro de que la hoja se rompa. Es un método parecido al de quitar la piel a un pescado... en esos pescados donde la piel es un estorbo, que la mayor parte de las veces no lo es. Es fácil, rápido y hasta divertido.
El fruto de esta tarea es un montoncito de carne de alcachofa, que podemos comer al mismo tiempo que el corazón cuando por fin lleguemos a él, con o sin chorro discrecional de aceite. Eso si no nos lo hemos ido comiendo sobre la marcha... Puede ocurrir, como nos ocurrió hace poco tiempo, que a la vista de estos ingredientes ahí mirándonos en el plato, se nos representó un canapé frío, compuesto por puré ligero de alcachofa, humus de garbanzos y alguna cosa más. La ocurrencia fue muy celebrada en la mesa.
(*) El tallo, ligeramente pelado, irá muy bien como refuerzo en zarzuelas de verduras asadas o confitadas, así como en cremas y otras recetas de aprovechamiento.