La cocina de Bárbara
17 de ene de 20213 min.
Actualizado: 1 de mar de 2023
Si además en la experiencia incluimos un taller de orecchiette y uno de mozzarella artesana, es probable que tengamos la tentación de quedarnos a vivir allí. Así que de vuelta a casa y en previsión de esa nostalgia anunciada, me hice con varios paquetes de orecchiette y con algo de mozzarella (de ésta en cantidad sólo simbólica, condicionada por la más frágil conservación del alimento). Con la pasta no tuve reparos y todavía hoy tengo algún paquete de los que tuvieron que hacerse hueco, amortiguados entre la ropa de mi maleta, como un material frágil y valioso.
Una vez en casa, es fácil pensar en el acompañamiento ideal para esta pasta. En esta ocasión aposté por sabores del mar y mediterráneos. El primer plato de orecchiette que me sirvieron en Puglia, concretamente en un restaurante maravilloso de Polignano a Mare, era un frutti di mare que me pareció espectacular. Así que me apeteció tirar por ahí con una receta muy mediterránea.
Los ingredientes:
Orecchiette de grano duro tostado
Calamares troceados (valen congelados)
Cebolla
Laurel
Perejil
Albahaca
Tomate fresco (2 o 3, para un triturado más o menos abundante)
Variado de setas (congeladas)
Pimienta negra en grano
Cayena
Olivada (me encanta la de El molí de Pomerí)
Vino blanco
Preparación:
No tiene más secreto que, en todo caso, el orden de introducción de los ingredientes y jugar un poco con los tiempos y la intensidad del calor para conseguir el punto perfecto de hecho y jugoso a la vez. Por supuesto los aderezos se pueden potenciar más o menos; admite de maravilla, por ejemplo, unas hierbas provenzales, o tomillos y romeros al gusto.
Por lo demás, sencillo. Empiezo por pochar cebolla micronizada en una sartén y voy añadiendo el perejil, la cayena, la pimienta negra y la albahaca, reservando alguna hoja fresca para el emplatado. Cuando la cebolla empieza a estar, le añado el tomate triturado que hará de fondo de la salsa, y todo seguido pongo los congelados: en este caso calamares y setas. Tapo un momento a fuego medio para que suelten el agua, y en cuanto pierden la dureza destapo y añado el chorro de vino blanco y un par de cucharaditas de pasta de olivada. O más.
Entonces dejo destapado, que vaya reduciendo, y cuando tenga la viscosidad adecuada, estará listo. Podría ser que hiciera falta añadir un poco de agua en el proceso de cocción, pero eso también lo vamos a decidir sobre la marcha.
En algún momento habremos puesto a hervir la pasta (abundante agua y sal, obviemos el chorrito de aceite que no es de utilidad), así que cuando este preparado esté en su punto, sólo faltará servirlo en los platos. Y a disfrutar.
Si además tenemos mozzarella rica, es perfecto para acompañar este plato. Claro que allí la hacen muy artesanal y no es fácil de encontrar algo tan exquisito aquí.
Y como no me puedo resistir a compartirlo, aquí dejo un variado de imágenes del lugar y su gastronomía, que a mí desde luego me transportan de nuevo a esa tierra de sabores y espacios maravillosos.
Y esta es otra de las versiones que he preparado en casa, esta vez en su versión de trigo duro blanco. Me animé a prepararla al estilo Carbonara. Sólo con huevo, sin nata. Es otra idea.
¡Que aproveche!